lunes, 12 de octubre de 2009

Prisionera de este amor


Encarcelada en mi propio amor... Encarcelada en tus manos, en tu cuerpo y en el deseo que me inspiran tus labios...

Recluida en el placer y la seguridad que tus brazos infunden a mi cuerpo...

Estoy prisionera por haber cometido el terrible delito de quererte con la pasión del infierno que abrasa.

Estoy condenada de por vida a desearte. Condenada por hacerlo con la fuerza de una tempestad, con la furia de un tornado y con la suavidad con la que la brisa roza los campos.

Hoy quiero escapar de todo y dormirme para siempre en los brazos del maldito tiempo.

Vivir en el crepúsculo de tus manos, ya que no puedo habitar en ellas.

Vivir alimentando la esperanza de seguir creyendo que me querrás y seguir soñando mi vida a tu lado.

Todo por convertir mi día en tu noche, por convertir mi amor en olvido y tu recuerdo en realidad.

Todo por desear tocar el cielo con mis manos, por soñar cada noche contigo...

Todo por intentar rozar, con el ardor de mis labios, los tuyos... por intentar llenar de ansia tu espíritu y sólo, tan sólo, por quererte...

Quiero estar tan cerca de ti que tu aliento pueda atravesarme... quiero dormir a tu lado, estar tan juntos que tu voz se grabe en mis pensamientos, que tu ansiedad se pierda en mi calma, que tus silencios se escuchen en mis oídos...

Y ahora, en este instante volveré a recordarte como mi amado, volveré a soñarte cada noche y cada mañana me levantaré pensando en ti.

Y miraré al sol con la única esperanza de encontrarte en él.

Pasearé por el cielo cada vez que me mires, y visitaré a mi querida dama de negro, cuando al llegar la noche la luna me recuerde que mi vida está pasando y no consigo estar a tu lado... que ha pasado otro día más y aún te deseo... que mis días se esfuman, y nada puedo hacer por evitarlo... salvo seguir soñando... soñando contigo...



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